El aprendizaje mediante la práctica y la importancia de ser pioneros


Si preguntamos cuál puede ser la clave de la competitividad en un determinado producto seguramente que lo primero que se nos viene a la cabeza es la abundante disponibilidad de los recursos que más intensamente se necesitan para la producción de ese producto, la calidad de esos recursos y saber ordenar esos recursos de la forma más eficiente. Pero no debemos olvidar la importancia del aprendizaje mediante la práctica, conocido como learning by doing en inglés. El aprendizaje mediante la práctica ocasiona que ser pionero en una determinada actividad cobre una gran importancia.

El coste de producción de muchos productos puede disminuir conforme se lleva más experiencia acumulada. La experiencia lleva a probar  pequeñas mejoras en el proceso, a equivocarse y a acertar. La experiencia lleva a aprender de esos errores y aciertos. Se comprende mejor el proceso, las fases críticas donde algo puede fallar, las alternativas en caso de que algo no funcione según lo previsto. Se conoce en que fases puede haber un pequeño margen para experimentar, y para equivocarse. La experiencia va perfeccionando el proceso y va haciendo más sencilla su puesta en práctica. Esa es la razón por la que, por ejemplo, los profesionales con experiencia son muy demandados en la mayoría de las profesiones.

Pero, más allá de razones de coste, el aprendizaje mediante la práctica puede ser una fuente de mejora del producto. Por ejemplo, un pastelero puede aprender a hacer pasteles de la manera más eficiente, perfeccionando el proceso de manera que se minimice cualquier desperdicio de recursos. Pero, además, puede aprender a hacer mejores pasteles, más valorados por el cliente y que, por lo tanto, le pueden proporcionar mayores ingresos.

Por otro lado, el aprendizaje mediante la práctica no es necesariamente algo que realiza el pionero en soledad. De algún modo, se puede decir que se aprende conjuntamente con otros agentes. Así, los proveedores que sirven al pionero o los primeros clientes del pionero se aprovechan de su éxito. Por ejemplo, a priori ninguna aerolínea parece querer ser la primera en adquirir un nuevo modelo de avión que no se ha probado antes. Sin embargo, siempre existe un primer cliente que, si el producto es exitoso, puede obtener ventaja de ser el primero en aprovecharse del éxito. De esta forma, el pionero va tejiendo una red de contactos con proveedores, clientes, trabajadores, etc. Esa red será otra de las grandes ventajas de ser pionero.

Por si fuera poco existen ventajas adicionales de ser pionero. Las leyes pueden  proteger a algunos pioneros a través de medidas como los derechos de la propiedad intelectual y las patentes. En determinados ámbitos eso puede ocasionar que durante algún tiempo nadie pueda emular al pionero sin transgredir la ley. Además, el pionero va generando una marca. Al ser el primero que produce algo es conocido y reconocido. Y también se aprende a gestionar esa marca con la práctica, de forma que le proporcione el máximo beneficio. Se generan ventajas de la confianza que genera en el tercero con el que se relaciona el pionero la marca.

El aprendizaje mediante la práctica es un proceso que se alimenta a sí mismo. La práctica lleva a un aprendizaje que permite obtener unas ventajas de costes y mayores ingresos. Esas ventajas alimentan el crecimiento de la empresa, una mayor producción y, por lo tanto, una mayor experiencia. Pero, también esa retroalimentación tiende, normalmente,  a agotarse. Lo normal es que cuando más aprendamos sea al principio de ese proceso de aprendizaje. De esta forma, a medida que se va acumulando mayor experiencia, esas ventajas adicionales fruto del incremento de la experiencia se van aminorando. Por otro lado, lo normal es que llegue un momento en el que el producto en el que se ha acumulado esa experiencia se quede obsoleto, porque otro nuevo sea más atractivo.

Esas ventajas de ser pionero tienen una implicación muy importante: competir con el pionero tiene un coste, mayor o menor dependiendo de la importancia que tiene el aprendizaje mediante la práctica en el producto en el que se desea competir. Si el pionero es capaz de, por su experiencia, producir más barato, también será capaz de pedir un precio más bajo, que implicará pérdidas para el competidor, que tendrá que aceptar ese precio más bajo porque, de lo contrario nadie compraría su producto. Si el pionero ofrece un producto de más calidad, porque sabe hacer cosas que el competidor todavía no sabe hacer, la forma de competir con el pionero será pedir un precio más bajo por ese producto de una menor calidad que la del competidor. En definitiva, competir con el pionero lleva a aceptar precios inferiores al coste durante algún tiempo. Ese tiempo es necesario para adquirir experiencia.

Competir con un pionero haciendo lo mismo que él, no innovado, implica una inversión cuyas pérdidas iniciales sólo se verían recompensadas si los beneficios futuros compensan lo suficiente. Ello dependerá de muchos factores, entre los que destacan el riesgo de la inversión, el tiempo que se tarde en obtener beneficios, la probabilidad de que aparezcan novedades que dejen obsoleto en poco tiempo lo que se pretende emular, los tipos de interés libres de riesgo, etc. En ocasiones, un factor muy importante es la apuesta por la emulación como primer paso para la innovación. Se puede pretender hacer lo que hace otro para adquirir una experiencia que facilite un marco para la creatividad y la innovación futuras.

Las ventajas del pionero terminan cuando llega otro pionero que introduce novedades que dejan obsoleta la forma en la que trabajaba ese pionero o cuando los emuladores le dan alcance.

Acerca de Gonzalo García Abad

Licenciado en Economía con amplio interés en la Fiscalidad, la Contabilidad, las Finanzas y el Derecho.
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