El crecimiento económico es el crecimiento del PIB per cápita a lo largo del tiempo. Pero el PIB no es sino una forma de medir la renta generada por unas actividades humanas a lo largo de un período. Esas actividades humanas se desarrollan en un contexto cultural. La apertura cultural es uno de los requisitos más básicos para el crecimiento económico. Creo que esa apertura cultural ha de ser crítica y guiada, favorecida, encauzada por la profesionalidad.
La apertura cultural es importante por varios motivos. El motivo más importante por el que la apertura cultural es fuente de crecimiento es el descubrimiento de nuevas formas de hacer las cosas. En otros lugares, con otra cultura, se utilizan los mismos recursos de manera diferente. La educación o la alimentación son ejemplos muy claros. Los mismos ingredientes pueden ser cocinados de manera diferente, la educación puede ser organizada de manera diferente. Se podrían poner muchos ejemplos. Pero en definitiva implican cambios en lo que en Economía se denomina tecnología, es decir, la forma en la que se combinan y organizan los recursos disponibles para la producción.
En segundo lugar, la apertura cultural es fuente de nuevos recursos con los que producir. Imaginemos, por ejemplo, las conservas. Un recurso esencial para llevar a cabo la producción de conservas es la disposición de materias primas. Algunas materias primas resultarán propias de la cultura del productor, pero también es posible que indagando en otras culturas encuentre otras materias primas con las que poder producir sus conservas.
En tercer lugar, la apertura cultural es una fuente de enriquecimiento de la calidad de los recursos con los que se llevan a cabo las actividades de producción. Un ejemplo muy claro son los recursos humanos. Los trabajadores en contacto enriquecedor con otras culturas son capaces de hacer más cosas y de manera más eficiente.
¿Y en qué consiste la apertura cultural?
En mi opinión la apertura cultural no es una cuestión tanto de volumen de intercambios como de calidad de los intercambios. A primera vista, podríamos pensar que una economía se abre culturalmente cuando realiza más intercambios comerciales, cuando recibe más inmigrantes, cuando sus ciudadanos emigran más, cuando la gente aprende más idiomas extranjeros, cuando la gente viaja más, etc. Todos estos factores pueden ser muy positivos, son oportunidades para la apertura cultural. Pero creo que no son el factor decisivo. Creo que existen dos factores fundamentales: el intercambio cultural crítico y la disposición de una organización de medios profesionales en favor de un intercambio cultural provechoso.
La apertura cultural ha de ser crítica, con la propia cultura y con las demás. Eso implica que no se debe aceptar o rechazar todo cuanto viene de fuera, o decidir llevarse por un camino en el que simplemente se acepte aquello que parece más sencillo de aceptar. La apertura cultural exige una reflexión sobre cuales son las debilidades de la propia cultura y dónde se pueden encontrar alternativas. Lógicamente ese proceso no es igual para todo el mundo. Lo que para unas personas puede ser una fortaleza de la cultura en la que viven, para otras es una debilidad.
En el ámbito empresarial implica tomar decisiones en torno a la medida en que la empresa se dirige hacia el público que no acaba de estar satisfecho con elementos de la cultura en la que vive o hacia el público que encuentra plena satisfacción en ese aspecto de la cultura en la que vive. La empresa puede decidir lanzar productos que satisfagan a cada uno de los dos grupos o puede centrarse en uno de ellos.
En el caso de la Administración, las decisiones las toman los políticos. Su público son los votantes. Al conformar las mayorías es muy importante tomar decisiones que sumen más apoyos que rechazos, pero también es muy importante buscar un intercambio cultural favorecedor de la convivencia. Por ejemplo, en las fiestas promovidas por los municipios hay que buscar un equilibrio entre la satisfacción de aquellos que esperan un perfil más tradicional de fiesta y aquellos que quieren ver lo que nunca se ha visto.
Pero la crítica del consumidor o la del votante hacia las nuevas propuestas, o la del empleador hacia la cultura de sus empleados, se basa en lo que se les ofrece. Por ello, es muy importante la organización profesional en la apertura cultural. Pongamos un ejemplo, el intercambio en materia lingüística. Para cualquier economía es muy importante que mucha gente esté interesada en aprender a hablar la lengua o las lenguas que se hablan en esa economía. Sin embargo, una cuestión es aprender una lengua y otra emplearla. Y, más aún, de cuantos aprenden una lengua y la emplean, no todos sacan el mayor aprovechamiento. Por eso, cobra especial relevancia la organización profesional de la crítica. De lo que se trata no es tanto que otros aprendan nuestra lengua, que es interesante, sino que aquello que se comunica en nuestra lengua les sea enriquecedor. Eso exige una valoración de qué es lo que se va a ofrecer, para qué va a servir a sus destinatarios lo que se va a ofrecer, cómo se va a ofrecer y también una valoración de los beneficios que se pretenden obtener con el intercambio.
Un ejemplo de apertura cultural que me parece que fue inteligente es el del lanzamiento exterior del cine americano. Ha situado en el exterior de EEUU, incluso en países no angloparlantes, uno de sus principales objetivos. Ha sabido lograr dos cosas muy importantes a la vez: ser atractivo para el mundo entero y ser el perfecto escaparate de su propia cultura. Y lo ha hecho a través de todos los medios a su alcance como versiones originales, versiones originales subtituladas, doblaje; producciones propias y coproducciones con otros países; localizaciones fácilmente identificables como americanas, de otros países y culturas e incluso localizaciones fantásticas que no existen en la realidad; con guiones originales y adaptados, tanto de autores americanos como extranjeros. Pero ese intercambio no se ha producido por el mero contacto con otros países, por el volumen del contacto, sino por la profesionalidad del contacto. Los frutos positivos para la economía americana se han producido más por el éxito profesional del contacto que por la cantidad de contactos con otros países.
En apertura cultural no todo es cantidad de intercambios, sino también calidad y que los intercambios estén facilitados por la profesionalidad.