Varoufakis, ¿es lo mismo la teoría de juegos que la diplomacia?


Varoufakis, el ministro de finanzas griego se nos presenta como el perfecto ejemplo de lo que debe ser la nueva política. Varoufakis se presenta como un profesional de amplia trayectoria en  un campo ajeno a la política, en este caso la vida académica principalmente en el ámbito de la teoría de juegos,  y que, por tanto, no necesitaría a la política como forma de vida. Además cuenta con una trayectoria internacional y es experto en teoría de juegos, lo que es muy importante para sacar adelante una negociación (según sus valedores). Creo que todos los argumentos anteriores son discutibles en mayor o menor medida. Envuelven algunas razones seductoras, pero también riesgos ocultos. Pero me parece que el último argumento, el de que un experto en teoría de juegos será un hábil negociador diplomático, es un salto muy grande que merece la pena analizar con algún mayor detalle.

La teoría de juegos es una rama matemática del conocimiento. La teoría de juegos se dedica, principalmente, a estudiar situaciones donde varios agentes optimizadores se relacionan. Cuando digo que se relacionan varios me refiero a dos o más de dos. Cuando digo que son optimizadores me refiero a que esos individuos pretenden hacer lo más grande posible algo bueno para ellos o lo más pequeño posible algo malo para ellos. Es decir, los agentes optimizadores pretenden la máxima satisfacción de sus propios intereses. ¿Y de qué tipo de agentes estamos hablando? Podemos hablar de cualquier tipo de agentes, tales como personas, familias, estados, empresas, sindicatos de empresas o de trabajadores, grupos políticos, estados, etcétera. Incluso podemos aplicar esta teoría a animales, plantas u otros seres vivos. En algunas ramas de la teoría de juegos no hace falta que los agentes tomen decisiones conscientes, sino simplemente que hagan algo que tenga consecuencias sobre la evolución de esos agentes.

La teoría de juegos brinda un excelente marco de análisis para comprender como se van a desarrollar las relaciones entre los agentes, los factores que pueden hacer variar la relación y las posibilidades alternativas. En ese sentido, estudia las estrategias, entendidas como un conjunto de respuestas a cada posible acción de los demás.

Pero una cosa es ser un experto en teoría de juegos y otra es ser un gran estratega. La teoría de juegos es precisamente eso, teoría. Es decir, es un instrumento de análisis de la realidad, no la realidad misma. Sirve herramientas poderosas, pero el proceso de decisión del estratega en condiciones muy complejas exige una cierta creatividad. Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor. Imaginemos el ajedrez. Los grandes jugadores tienen en la cabeza las posibilidades ante una determinada posición y las alternativas posibles que tendría, y las mejores respuestas del oponente dadas sus posibilidades, y lo que harían ellos ante cada respuesta del oponente, así como los siguientes movimientos de ambos. Pero es imposible procesar mentalmente todas y cada una de las posibilidades, simplemente concentran su atención en comprender los siguientes movimientos que creen plausibles. Basándose en su experiencia han de descartar posibilidades, para centrar su análisis en las posibilidades más lógicas. La experiencia es un factor fundamental para el estratega, es el factor que le permite acotar su análisis y poder adaptarlo continuamente a la llegada de nueva información. En definitiva, en eso consiste aprender.

El estratega ha de poner la experiencia al servicio de la teoría, y ambas al servicio de la mejor resolución del asunto, pero los grandes estrategas saben tomar prestada la experiencia acumulada por otros. En ese sentido, en el ámbito de las negociaciones diplomáticas existe un marco de trabajo. Hay que ser conscientes de aspectos como las puertas que se pueden tocar, lo que se puede pedir y ofrecer,  los apoyos que se pueden recabar o  cómo se puede plasmar jurídicamente cada propuesta. Creo que lo mejor que puede hacer un ministro de finanzas es aprovechar la experiencia acumulada por los diplomáticos. Sin embargo, Varoufakis se ha mostrado, supongo que premeditadamente, como alguien completamente ajeno al mundo político-diplomático, y al que no le importan los usos y costumbres de ese mundo. Él, a pesar de ser un político, quiere aparecer como un profesor que circunstancialmente se dedica a la política. Las reglas de ese juego diplomático le son ajenas. Es más, si ha dado el salto a la política es para cambiarlas. Llega la hora de la verdad y me planteo si el desprecio a las reglas de juego de la política y la diplomacia tradicionales no pasará factura a las partes de la negociación.

Y el aspecto clave ha sido su inactividad frente a las reformas. La teoría de juegos provee herramientas para estudiar cómo actuarían los agentes implicados ante una nueva regulación. Eso es fundamental para tener una idea de cómo afrontar modificaciones normativas que hagan a la economía griega más competitiva. Varoufakis en ese campo se encuentra prácticamente desaparecido. Es un campo oscuro donde hay que analizar muchísimos sectores, negociar, tantear el terreno con representantes de los implicados. En mi opinión, Varoufakis se está mostrando inflexible, se está mostrando como un académico que pretende demostrar al mundo que el sistema tiene debilidades y no como un político flexible capaz de aportar lo mejor de sus capacidades personales en conjunto con la experiencia del cuerpo diplomático griego al servicio de una negociación que pueda traer beneficios para todos.

Acerca de Gonzalo García Abad

Licenciado en Economía con amplio interés en la Fiscalidad, la Contabilidad, las Finanzas y el Derecho.
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