La victoria de Macron llega con un triple mensaje reformista, europeísta y moderado. Esos mensajes, en gran parte diferentes a los de Trump, tendrán un impacto inevitable en la política doméstica de otros países europeos y, quizá, en el proyecto europeo.
El efecto Macron en el Reino Unido
Tras la victoria de Macron en las elecciones presidenciales, Francia seguramente volverá a coger el timón de las decisiones en la UE, como tantas y tantas veces en el pasado. Será el líder europeísta de una nación no euroescéptica, pero sí eurodubitativa.
Nadie puede negar que una proporción elevada de franceses ha votado por candidatos hostiles hacia la UE y lo que representa. Aun así, no se puede olvidar que muchos no lo han hecho por esa razón o, al menos, no primordialmente. Protestan contra muchas realidades que no les gustan, la UE es una de ellas, pero ni mucho menos la única.
Una de las labores de Macron debería ser reconquistar hacia el europeísmo a muchos franceses que dudan de la UE, pero que no tienen como prioridad que su país salga de la UE.
¿Se planteará abiertamente en Francia y otros países un segundo referéndum en el Reino Unido que permita evitar el brexit? De momento, creo que no. Macron ha declarado respetar el resultado del primer referéndum y que es un decidido partidario del brexit duro.
No obstante, es posible que esta posición tenga un impacto en las próximas elecciones británicas. El brexit duro (o más duro de lo que pensaban hace unos meses los británicos) parece cada día más probable.
Ante ello, caben dos opciones. La primera es que el sentimiento del elector herido movilice a los brexiters a votar en masa a formaciones partidarias del brexit. La segunda es que, ante el temor a un brexit duro, los que votaron brexit con muchas dudas comiencen a cambiar de opinión y se queden en casa o busquen alternativas.
Macron y Alemania
Uno de los asuntos importantes es el del peso de Francia dentro de la UE. Estamos acostumbrados a que Francia tenga un poder superior al de otros países. Especialmente relevante es la comparación con Alemania, que es el país más poblado de la UE, el de mayor PIB, uno de los de mayor PIB per cápita e importante acreedor de muchos países miembros.
¿Se acuerdan del último presidente alemán del BCE? Seguro que no, porque no lo ha habido. Sin embargo, el francés Trichet sí lo ha sido. ¿Se acuerdan del último presidente alemán de la Comisión Europea? Probablemente no, porque Walter Hallstein ceso en 1967. Lo que sí se pueden acordar es de la importancia que tuvo la década que Jacques Delors estuvo al frente de esa responsabilidad.
En cuanto a decisiones, Francia ha inclinado la balanza a su favor en dos importantes decisiones recientes. Por un lado, se descartó la exigencia de compromisos más firmes y profundos con la estabilidad presupuestaria, como reclamaban muchos alemanes. Tampoco se dio un portazo a Grecia después de los incumplimientos de los compromisos derivados de los rescates.
Aunque menos reciente, tampoco hay que olvidar que fue el no francés a la Constitución Europea el que sepultó el proyecto.
A buen seguro, sea cual sea el resultado de las elecciones en Alemania, Macron contará con un buen aliado en la cancillería alemana. Sin embargo, esa lealtad no será ciega, sino exigente. Si ambos están de acuerdo y las respectivas opiniones públicas ven con buenos ojos los acuerdos de futuro, tendrán una parte del terreno ganado.
Macron e Italia
La derrota de Le Pen tiene una lectura en clave italiana. Es muy difícil aglutinar a muchas sensibilidades políticas diferentes en torno al euroescepticismo. Si ha sido imposible en Francia, no parece sencillo en Italia.
En segundo lugar, pone sobre la mesa uno de los asuntos imperecederos de la política italiana: la necesidad de reformas. En la tensión entre continuidad, reformas o ruptura, los partidarios del reformismo gozan de un argumento a su favor.
Ese argumento cobrará fuerza o se disolverá como un azucarillo en función tanto de la magnitud del impulso reformista que aplique Macron en Francia como del éxito en ese impulso.
Macron y España
En mi opinión, España es de los países más grandes de la Europa occidental y central el que menos le afecta la victoria de Macron. Con mayor o menor entusiasmo, todos los partidos han saludado la victoria de Macron, al menos porque ninguno era partidario de Le Pen.
Solamente hay una pequeña diferencia en el flanco izquierdo del tablero político. Mientras Podemos considera a Macron un mal menor, pero mal al fin y al cabo, Pedro Sánchez recibe la noticia con gran satisfacción. Toman distancias.
No obstante, la relación con Francia seguirá siendo intensa y previsiblemente se estrechará más en el futuro próximo.
Los otros países
Los otros países tendrán mucho que decir. Si Macron quiere demostrar la viabilidad del proyecto europeo, deberá buscar la manera de manejar muchas reticencias nacionales. Tienen una gran capacidad de bloqueo.
Parece que muchos de ellos se opondrán con todas sus fuerzas a una UE que avance gracias al progresivo mayor desarrollo de varias velocidades. Veremos lo que les puede ofrecer Macron para que caminen hacia una UE más cohesionada o para que, en su lugar, vean con buenos ojos una Europa a varias velocidades.
Con muchos peros, muchos matices, pero las derrotas de las opciones más rupturistas sucesivamente en Austria, Holanda y Francia están cambiando el rumbo de la política europea. Parece que la ciudadanía europea valora algo mejor que hace unos meses las opciones moderadas.
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