El marketing mix del proyecto europeo


Tras el brexit, el proyecto europeo pasa por una de sus horas más bajas. El proyecto europeo necesita venderse y debería apoyarse sobre los cuatro grandes pilares del marketing mix: el producto, el precio, la publicidad y la distribución.

El producto proyecto europeo

El proyecto europeo puede ser concebido como un producto al servicio de los ciudadanos. Se trata de un producto que debe satisfacer a sus «consumidores», a los ciudadanos europeos.

La «empresa» que produce ese producto que llamamos proyecto europeo, la UE, debe analizar cuales son sus potencialidades y carencias internas y cuál es su entorno exterior a fin de identificar amenazas y oportunidades, elaborar planes para aprovechar las oportunidades y vencer las amenazas.

Pero, como en las empresas, la UE debe analizar si el proyecto europeo se adapta a lo que requiere el «cliente», la ciudadanía europea. Las empresas emplean con habitualidad estrategias de segmentación, dividiendo su mercado en mercados más pequeños de individuos con características homogéneas.

Cada individuo tiene su orden de prioridades, incluso prioridades absolutas que pueden resultar incompatibles con las prioridades de otros individuos. Pero la UE debe buscar vender el proyecto europeo detectando los elementos determinantes de que la visión cada grupo de ciudadanos se decante por la aprobación del proyecto europeo. Y, estudiados los determinantes para cada uno de los grupos de individuos, debería intentar desarrollar políticas que convenzan al mayor número de grupos de individuos posible.

El precio del proyecto europeo

Si bien los europeístas estamos convencidos de que el proyecto europeo es beneficioso valorado globalmente, no es menos cierto que toda apuesta tiene sus costes, un precio a pagar. El proyecto europeo no es una excepción.

El precio que pagan los consumidores de cualquier producto puede ser entendido como una renuncia, la renuncia a consumir otros productos. En el caso del proyecto europeo, tomar partido por la UE es renunciar a ciertas posibilidades de elección. Quizá, y esa es una de las razones del brexit, fuera de la UE se tomarían otras decisiones que muchas personas preferirían.

A diferencia de las empresas, que deben perseguir el máximo beneficio, lo cual pasa por aprovechar al máximo la disposición a pagar del cliente, la UE debe reducir al máximo el precio que pagan los ciudadanos por el proyecto europeo y eso pasa por una UE más eficiente que aproveche al máximo las ventajas de la coordinación.

Los canales de distribución del proyecto europeo

El proyecto europeo no es un producto tangible que pueda uno ver en las estanterías de un comercio, sino un conjunto de políticas al servicio del ciudadano que debe permitirnos tener más posibilidades de elección individual.

El proyecto europeo llega a casi todas las facetas de nuestra vida, aunque muchas veces no seamos conscientes.  El problema es que el principal canal de distribución del proyecto europeo, a través del que llega a los ciudadanos como destinatarios de ese «producto», es una gigantesca máquina de producir normas muy complejas.

La complejidad del Derecho Comunitario es creciente y muchas veces el ciudadano destinatario de ese «producto» que es el proyecto europeo no es consciente de que el proyecto europeo está afectando a su vida en una faceta determinada, y mucho menos sabe en qué sentido le está afectando.

La publicidad del proyecto europeo

Los ciudadanos no quieren una publicidad del proyecto europeo basada en pequeñas «cuñas publicitarias» de los políticos europeístas que, cada cierto tiempo, interrumpen la vida de los ciudadanos explicando las bondades del proyecto europeo. Solamente con eso no vale, las campañas de publicidad se tienen que profesionalizar mucho más.

Los ciudadanos europeos quieren saber cómo les influye el proyecto europeo en cada una de las facetas de su vida y quieren, además, saber cómo se conectan las políticas europeas con las realizadas por otras administraciones. La labor de explicación de cada una de las normas y otras formas de intervención política es una labor titánica que requerirá muchos recursos, porque ha de hacerse en los diferentes idioma de la UE.

Los ciudadanos europeos tienen perfectamente claro el precio que han de pagar en forma de pérdida de soberanía, pero muchos desconocen los beneficios de la UE en aspectos concretos de su vida.

 

 

 

Acerca de Gonzalo García Abad

Licenciado en Economía con amplio interés en la Fiscalidad, la Contabilidad, las Finanzas y el Derecho.
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2 respuestas a El marketing mix del proyecto europeo

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