En los últimos días se viene debatiendo sobre la última propuesta del Gobierno de que sea posible que los títulos de grado puedan ser de 3 años y los de máster sean de 2. Creo que un retroceso en el tiempo dedicado al estudio no es bueno para la economía española. Sin embargo, creo que sí puede tener cierto sentido que los grados pasen a tener 3 años. En todo caso, creo que la generalización de los estudios de máster de 2 años años no son la solución para la universidad española. Encarecen los estudios, pueden afectar a la igualdad de oportunidades y no afrontan los principales problemas de la educación universitaria y preuniversitaria en España.
Sabemos que existe una doble relación entre la educación y la productividad del trabajo, como señalizadora de cualidades propias de individuos que ya poseen cualidades propias de trabajadores altamente productivos y como inversión en capital humano destinada a elevar la productividad. En esta entrada pretendo analizar cómo un sistema de 2+3 (2 años más antes de iniciar el grado y de 3 años de grado), sin afectar a los programas de máster, ni buscar como objetivo la generalización de los programas máster, puede ser una mejor alternativa que el sistema 3+2 (3 años de carrera, más dos de máster).
Los estudios de grado pueden tener una duración de 3 años. Depende de las titulaciones, algunas tienen normas específicas. Pero yo creo que, en términos generales, sí sería posible. Una posibilidad es reducir el tiempo que se dedica en una titulación a dar formación específica de un itinerario, rama o especialidad. Esas materias podrían quedar reservadas a los estudios de máster. Puede haber algunas titulaciones que requieren de largos períodos de estudio de materias sin utilidad aparente pero que son las bases de lo verdaderamente importante, que es lo que se estudia en el último tramo de la titulación. Con toda lógica convendría apartar a esas titulaciones de ese esquema de 3 años de grado, pero lo normal es que lo más útil de una titulación se estudie al comienzo. En otros casos existen sinergias derivadas de estudiar dos cosas al mismo tiempo. Es decir, la utilidad que se puede dar al conocimiento simultáneo en una misma persona de dos materias es mayor que la que puedan obtener dos personas juntas que conozcan cada uno sólo una de las dos materias. El poner en contacto conocimientos diversos puede facilitar aproximaciones más útiles e ingeniosas a los problemas que surgen en la realidad. Por eso también puede tener lógica la existencia de estudio conjuntos, de dobles titulaciones. Pero en, general, 3 años son suficientes como para comprender los conocimientos más generales de un campo, que son los que puedan permitir en el futuro acceder a conocimientos más especializados.
Si los títulos de grado se pueden hacer en 3 años, ¿convendría por ello reducir el número de años que dedican los estudiantes españoles a la educación? En mi opinión no, porque la educación ofrece rendimientos, es una forma de inversión. Financiar la educación tiene un coste, pero hace a los estudiante más productivos, al permitirles adquirir destrezas y conocimientos. Con esas nuevas destrezas y conocimientos producirán más, lo que compensará el coste de la inversión. Pero la cuestión es dónde se pueden buscar esos rendimientos.
Los programas de máster privados lo tienen complicado para tener muchos más estudiantes. Por varias razones, pero fundamentalmente por dos: su elevado coste y que si la mayoría de estudiantes realiza estudios de este tipo perderían su valor como señal. Los programas de máster de las universidades públicas se enfrentan a retos complicados para su crecimiento. Otra vez el coste es una limitación importante, fundamentalmente en aquéllos en los que participen profesionales que colaboran a tiempo parcial con la universidad pero que desarrollan el grueso de su actividad en la empresa, en la Administración o en el ejercicio de alguna profesión liberal. El riesgo de que se acumulen programas en áreas en las que las universidades tienen recursos abundantes disponibles, pero que no están ajustados a lo que demandan los mercados laborales es grande. Creo que los programas de máster necesitan seguir profundizando en la mejora de su calidad, más que en su generalización. De nada sirve que haya más programas de máster y más estudiantes en esos programas de máster si no están lo suficientemente adaptados a la realidad laboral.
¿Y, entonces, dónde buscamos esos rendimientos? Esos dos años podrían destinarse a los dos años anteriores al ingreso en los programas de grado. Creo que, al menos, existen dos buenas posibilidades. La primera es ampliar el bachillerato dos años más. Tendría varias ventajas. La primera sería poder afianzar más los conocimientos básicos, de modo que los alumnos de primer curso de grado llegarían más preparados. En los títulos de grado se podría ser más ambiciosos con los contenidos, de manera que los grados se verían mejorados. Por otro lado se podrían dar más materias diferentes, de forma que el estudiante cuando tomase la decisión de qué carrera elegir tuviese un mayor conocimiento de las posibilidades de elección, sería una forma de acercar al estudiante a una perspectiva más amplia, de aportarle mayor cultura general. Una tercera ventaja sería que los estudiantes podrían ser más versátiles. Cuantos más conocimientos de materias diferentes se tengan, más fácil es reconvertirse en el caso de que sea necesario. Este aspecto es crucial para una dinamización de la economía, ya que una importante reducción del empleo en el sector en el que trabaja una persona puede hacer inservible una buena parte de su capital humano si no tiene conocimientos suficientes de otras materias que le permitan reiniciar su carrera profesional en otro ámbito. Por otra parte, una reducción de los riesgos de la inversión en capital humano, al invertir en capital humano más general, puede incentivar una mayor inversión en capital humano. Y también podría tener una ventaja de coste. El coste de los estudios de bachillerato es algo menor que los de la universidad.
La otra opción sería incluir en el ámbito universitario un período de dos años de preparación al grado. Se podría reducir mucho el número de titulaciones, probablemente con una docena sería bastante. Eso facilitaría la coordinación universitaria. En España ninguna ciudad quiere ser la que carezca de ningún tipo de estudios. Reducir el número de titulaciones de ese primer ciclo podría facilitar la necesaria negociación entre universidades para especializarse posteriormente en áreas concretas. Se podrían estudiar los fundamentos comunes a muchas carreras en los dos primeros años. Al finalizar el estudiante tendría un título, por así decirlo, de primer ciclo. Ese primer ciclo universitario puede ser común a muchas carreras. Haría más homologables los títulos, al reducirlos a un conjunto reducido, permitiendo títulos de grado más variados. El estudiante tendría dos años para cambiar de opinión sobre el título de grado que quiere estudiar, con la información que le proporciona estar ya en el ambiente universitario. Y a la universidad le daría un mayor conocimiento de cuáles son los principales puntos débiles de sus estudiantes al comenzar el grado, y sobre todo, mayor margen de actuación a fin de buscar las medidas de apoyo necesarias para superar esas carencias.
Y una ventaja, no menor, es que tanto en una opción como en la otra los estudios universitarios y de bachillerato podrían ser una mejor señal de la productividad de los estudiantes, pero eso lo trataré en otra entrada.