En una entrada anterior hablaba del Producto Interior Bruto y decía que teníamos que considerar unos precios concretos para calcularlo. Eso mismo sucede con otras magnitudes de valor. Las tres formas principales de medir los precios son los precios corrientes, los precios constantes y los precios en paridad de poder de compra.
Los precios corrientes
Las magnitudes que se miden a precios corrientes utilizan los precios de ese mismo período. En ocasiones, se habla de magnitudes nominales o monetarias, que es lo mismo que magnitudes a precios corrientes. Para comprender mejor qué son los precios corrientes se puede utilizar un ejemplo con las tasas de variación de los salarios. Imaginemos un trabajador que cobra 1000 unidades monetarias al mes en un año determinado. Supongamos que ese año la inflación es de un 100%. El trabajador de nuestro ejemplo, al año siguiente, cobra 1500 unidades monetarias. Si consideramos los precios corrientes, diremos que, en el año siguiente, cobra 1500 unidades monetarias. La tasa de variación de su salario, en términos nominales o a precios corrientes, es de un 50%. Pero el trabajador ha perdido poder adquisitivo, dado que la inflación ha sido de un 100% y su salario solamente ha subido un 50%. Para tratar este problema existen los precios constantes, de los que hablaré más tarde.
Los precios corrientes son muy útiles para su utilización en cocientes de magnitudes. Por ejemplo, si la persona de nuestro ejemplo quiere calcular la proporción de su sueldo que dedica a pagar la hipoteca utilizará lo que le cuesta la hipoteca y lo dividirá por su salario a precios corrientes. Otro ejemplo sería el gasto público dedicado a policía como porcentaje del Producto Interior Bruto. Para calcular ese porcentaje utilizaríamos los precios de ese año, los precios corrientes, en ambas magnitudes.
Los precios constantes
Los precios constantes son una forma de valorar las magnitudes al precio de un momento dado. A las magnitudes así valoradas se las denomina magnitudes reales. Así, por ejemplo, para calcular el PIB de un país a precios constantes, utilizaremos los precios de ese país de un año determinado, que denominaremos año base, y cada uno de los años que consideremos multiplicaremos las cantidades producidas por los precios de ese año base. Lo que pretenden los precios constantes es descontar la inflación. En nuestro ejemplo anterior, el trabajador que el segundo año ganaba 1500 unidades monetarias a precios corrientes en el segundo año, ganará ese segundo año 750 unidades monetarias a precios constantes del primer año. La explicación es que, como la inflación del período había sido del 100%, a precios constantes del primer año una unidad monetaria del segundo año solamente vale media unidad monetaria. De este modo, podemos decir que el trabajador ha perdido el 25% de su poder adquisitivo (250 de las 1000 unidades monetarias).
Los precios constantes tienen una de sus principales aplicaciones en el cálculo de tasas de variación. Así, por ejemplo, cuando queremos medir el crecimiento del PIB, ese crecimiento que tanto aparece en la prensa, nos referimos al crecimiento del PIB a precios constantes, o PIB real que también se denomina. Se hace así porque los valores son el producto de cantidades por precios. Si lo que nos interesa es valorar cómo ha crecido una cantidad, utilizamos los mismos precios en los períodos que vamos a comparar para desprendernos del efecto que tiene la variación de los precios en la variación de los valores.
Los precios en paridad de poder de compra
Los precios en paridad de poder de compra o paridad del poder adquisitivo vienen a resolver el problema de la comparación de diferentes países o territorios. Como cada país tiene sus propios precios, particularmente en los bienes que no están sujetos al comercio internacional (como los inmuebles, por poner un ejemplo) es interesante hacer la comparación con los mismos precios en todos los países. Siguiendo con el ejemplo del PIB podemos utilizar, por ejemplo, los precios de los EEUU para todos los países que deseemos comparar.
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