Carpe diem: mira por tu futuro


La expresión «carpe diem» nos anima a vivir el momento, a pensar en el presente. Y no deja de tener sentido dedicar la máxima atención al instante que vivimos. Sin embargo, para vivir un buen presente es conveniente tener unas buenas expectativas de futuro

La importancia de las expectativas de futuro

Nuestra vida presente viene condicionada por nuestras propias decisiones y también por las de los demás, que tienen en cuenta nuestras elecciones y nuestra situación personal al tomar las suyas.

De esta forma, el futuro se convierte en un tema completamente actual. Uno de los fundamentos más profundos de las relaciones humanas es el futuro. Las relaciones entre los distintos momentos del tiempo son, de hecho, el pilar sobre el que se asientan las decisiones financieras.

Algunos ejemplos de cómo las expectativas de futuro afectan a nuestro presente

En el ámbito laboral, un trabajador tiene una mayor probabilidad de encontrar trabajo y un buen sueldo si tiene un perfil con buenas expectativas de futuro. Un ejemplo muy claro de ello es la formación. Aquellas personas que están más preparadas para lo que se prevé que requieran las empresas en los próximos años son muy valoradas por potenciales empleadores desde hoy mismo.

En cuanto a las inversiones, no tendrían sentido si no existiese un futuro. Las realizamos para poder tener acceso una mejora de nuestras posibilidades materiales el día de mañana. Cuanto más comprendamos el futuro y mejor lo planifiquemos, menor será el sacrificio que tengamos que realizar desde hoy mismo para conseguir los objetivos planteados en el futuro.

En la bolsa encontramos un buen ejemplo de la importancia del futuro en el presente. Si una empresa dice que, en base a unas determinadas novedades, sus expectativas de futuro han empeorado, la cotización de las acciones no caerá dentro de unos años (cuando se produzcan los menores beneficios), sino ahora mismo.

Sin planteamientos sólidos de futuro no puede haber un buen acceso a la financiación. Las expectativas de futuro influyen en la probabilidad de encontrar socios, financiación ajena, unas buenas condiciones de financiación, etc. Eso facilita que accedamos lo antes posible a nuestra nueva vivienda, al coche que queremos, al negocio que pretendemos montar o ampliar, etc.

En las relaciones humanas de todo tipo sucede con mucha frecuencia lo mismo. ¿Cuántas parejas se rompen por el futuro? No es que estén atravesando un mal momento, sino que no ven proyectado un futuro en común prometedor. El reto para la supervivencia como pareja es conformar unas buenas expectativas de futuro. Si son muy malas, los efectos devastadores se pueden notar hoy mismo.

Son solamente algunos ejemplos, pero las expectativas de futuro tienen un efecto inmediato en nuestras vidas. 

¿Cómo casar el carpe diem con mirar por el futuro?

La planificación es el punto esencial sobre el que se apoya la formación de nuestras propias expectativas de futuro. Debemos intentar comprender de la mejor forma posible el futuro y clarificar cuales son nuestros objetivos y la mejor manera que tenemos para lograrlo.

Por paradójico que pueda parecer, un elemento fundamental para lograrlo es la comprensión del pasado. Para poder hacer previsiones, necesitamos extraer nuevo conocimiento de lo que ya sabemos, lo que ya ha tenido lugar.

Un ejemplo de ello es la valoración de los riesgos. Saber lo que ha sucedido en el pasado y con qué frecuencia nos ayuda, no solamente a realizar previsiones, sino también a comprender lo probable que puedan llegar a ser las desviaciones de cierta magnitud en nuestras previsiones.

La comprensión del pasado también nos ayuda a enfocar de diferente forma aquellos elementos que puedan influir en nuestras decisiones y para los que no existen precedentes. Para tratar con la incertidumbre, lo primero es asegurarnos de no que tenemos elementos suficientes de juicio.

Si la planificación es importante, no lo es menos la comunicación de nuestros planes. En concreto, debemos valorar qué parte deben conocer los demás de nuestra situación y nuestras posibilidades de futuro y cuál es la manera más creíble y efectiva de hacerla llegar.

De poco nos suele servir saber nosotros mismos que nuestros proyectos tienen unas buenas expectativas de futuro si otras personas involucradas en ellos no están convencidas por desinformación.

El carpe diem, por otro lado, nos recuerda que no tiene sentido pensar en el futuro sin pensar en el presente. Hay que introducir las expectativas de futuro en nuestras decisiones y acciones del presente, pero también hay que valorar muy bien nuestras circunstancias y posibilidades actuales en la conformación de nuestros planes de futuro.

Sin un buen presente no se puede tener un buen futuro. El mañana se construye desde hoy. El sacrificio tiene un papel indiscutible en nuestras vidas, pero es muy necesaria la reflexión sobre qué sacrificios merecen la pena en cada momento.

Acerca de Gonzalo García Abad

Licenciado en Economía con amplio interés en la Fiscalidad, la Contabilidad, las Finanzas y el Derecho.
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