En la gala de los Goya, celebrada ayer, se oyó repetidas veces una súplica. ¿Sería posible que más personas pudiesen vivir de su actividad a tiempo completo en el cine español?

El cine requiere cierto número de profesionales

Una de las características del cine es que sus profesionales son complicados de intercambiar. Si alguien tiene un proyecto, y necesita unos profesionales, pero, por las razones que sean, no pueden realizar el trabajo, la sustitución suele ser compleja. Por el otro lado, es habitual que el profesional trabaje en proyectos muy relacionados con un perfil bastante concreto.

El cine es una actividad que encierra una complejidad técnica. Sin embargo, no es tan complicado encontrar profesionales técnicamente competentes. Pero también tiene una parte artística y cada profesional tiene una sensibilidad artística particular, por eso no es tan sencillo encontrar sustitutos. Y por eso se necesita un número relativamente elevado de profesionales.

Este problema de que sustituir a un profesional por otro sea complejo sucede no solamente en el cine, sino en muchas otras actividades profesionales. Es, en parte, consecuencia de la especialización.

El problema humano relatado en la gala de los Goya

El problema reside en que, muchos profesionales, imprescindibles para cubrir una necesidad particular, para hacer aquello que técnica y artísticamente dominan y en lo que son muy complicados de sustituir, solamente tienen trabajos de forma puntual. Les falta continuidad.

Las soluciones al problema humano son diversas. Unos compatibilizan el cine con otras actividades relacionadas, como el teatro, la televisión, la publicidad, los espectáculos musicales o cualquier otra clase de espectáculo. Desarrollar parte del trabajo en otros países también es una solución. Hay también quien desarrolla labores profesionales no relacionadas con el cine. El resto son, en general, situaciones de gran precariedad.

¿Sería posible incrementar sustancialmente la actividad cinematográfica en España?

En todas las actividades profesionales la especialización necesita de un cierto volumen de actividad. El argumento es que, si se hicieran más películas y con mayores presupuestos, se podría conseguir disminuir el número de situaciones de precariedad en las que se encuentran estos profesionales. Aquí se abren fundamentalmente dos vías de solución: las ayudas (normalmente púbicas) y las nuevas iniciativas empresariales.

Las ayudas al cine

Se dice que un incremento de ayudas al cine podría paliar ese problema humano de falta de trabajo que ayer se relató en la gala de los Goya.

El cine produce externalidades. Es decir, produce beneficios y perjuicios (normalmente beneficios) a personas que no participan en él como consumidores ni como productores. Por ejemplo, contribuye a generar tendencias que afectan a los más diversos sectores. El cine puede ayudar a poner de moda una prenda de ropa, una localización geográfica, una actividad, etc.

Pero esos beneficios no suelen ser sencillos de internalizar. Es decir, no es sencillo llegar a distintos tipos de acuerdos con los beneficiados para que éstos participen en la financiación de la actividad que les beneficia.

El cine es una actividad creativa. Se puede negociar la introducción de determinados elementos en una película que, si tiene éxito la película, puedan dar promoción a determinados productos. Eso, por ejemplo, ha pasado con determinados lugares, que se han puesto de moda gracias a rodajes de cine.

Sin embargo, hay dos limitaciones muy importantes: el cine tiene unas necesidades creativas distintas a la publicidad y, a priori, es difícil prever la repercusión de las películas en la creación de tendencias.

Por otro lado, el cine contribuye a la difusión de la cultura, lo que beneficia a quienes ven las películas, pero también a la sociedad en general. El problema es que es muy complicado cuantificar ese beneficio. Y mucho más complicado preverlo con antelación para financiar una película.

Son muchos los argumentos que justifican las ayudas al cine, pero establecer el marco adecuado es una cuestión compleja. Aunque haya otros, el problema más importante es el del reparto de las ayudas. El efecto puede llegar, incluso, a ser perjudicial. Los profesionales del cine se pueden convertir en cautivos de esas ayudas, lo que puede convertirlos en prisioneros de las normas del BOE o de la discrecionalidad de las autoridades.

Las nuevas iniciativas empresariales

Una solución es producir, desde un inicio, las películas pensando en un mercado mucho más grande que el español. Con películas exportables se puede financiar proyectos que den trabajo a los profesionales del cine con más continuidad.

La principal limitación es la de la lengua. No tanto por población, pero sí por nivel de renta, el mercado hispanohablante es mucho más pequeño que, por ejemplo, el angloparlante. La mejor solución suele ser rodar en inglés.

Eso no supone una limitación importante para el personal técnico. Sabiendo defenderse en inglés pueden participar en las conversaciones que sean necesarias para el rodaje.

Pero rodar en inglés es una limitación importante para los intérpretes. Aunque sepan hablar fluidamente inglés, su dicción normalmente llevará al espectador a la idea de que el personaje que interpretan es español y eso es una limitación, porque el personaje puede que no tenga nada de español. Pueden ser doblados, pero su interpretación puede perder frescura, ya que los intérpretes se apoyan mucho en su propia voz y saben que la que saldrá finalmente en la versión original será la de otro profesional, en este caso el doblador.

Como en muchos otros ámbitos, el problema personal de la falta de trabajo, que se relató ayer en la gala de los Goya, es complejo de resolver. Ojalá dentro de un tiempo, la noticia sea que cada vez menos profesionales se encuentran en una situación material delicada.