Relaciones internacionales: ¿equilibrio o dominación?


Una de las cuestiones más inquietantes en lo que se refiere a las relaciones internacionales es la supuesta disyuntiva entre la búsqueda de un sistema de liderazgo y fuerte dominación o un sistema de complejos equilibrios entre potencias con intereses parcialmente parejos, pero también parcialmente divergentes. Cada día que pasa esa disyuntiva parece más caduca.

El liderazgo y la dominación

Para algunas personas, para que el mundo sea un lugar mejor es necesario que de ello se encargue una potencia, como los EEUU, que vele por el cumplimiento de las condiciones de democracia, justicia, cumplimiento de los acuerdos, no agresión, etc.

La guerra ha sido la forma tradicional de dominación: el vencedor de una guerra atrae hacia su órbita a los territorios  vencidos. Pero es evidente que existen muchas otras formas pacíficas de dominación: la persuasión, el activismo, la actividad de los servicios de inteligencia, la potencia comercial, la dependencia financiera, la geoestrategia, …

Incluso, en un mundo ideal, una nación que alcanzase las mayores cotas de justicia y prosperidad podría optar a ser un líder imitado por los demás.

El equilibrio entre potencias

Pero el problema clásico es que la dominación no es un fin, sino un medio para conseguir un fin. Y el fin puede cambiar, en función de quien controle el poder de la nación dominante.

La dominación es vista como un peligro en sí mismo para la nación dominante, ya que la acumulación de poder llama a los enemigos de los fines pretendidos a luchar por un poder enormemente concentrado.

Por ejemplo, muchas personas ven un excesivo predominio estadounidense como un peligro para la democracia en los EEUU. La democracia se puede resentir porque el poder acumulado por EEUU es un «caramelo» demasiado atractivo para los más diversos enemigos de la democracia. Controlar la potencia sería, según estas personas, la clave para controlar el mundo.

Es entonces cuando muchas personas han considerado que la mejor manera de evitar el fin de la democracia estadounidense es una merma en su dominio internacional a través de una serie de «palos en las ruedas», es decir, regímenes dictatoriales de distinto signo que sean capaces de generar conflictos geoestratégicos que mermen el liderazgo y el atractivo de luchar contra el liderazgo americano, hundiendo su democracia.

Algunos países han buscado, en diferentes épocas de la historia, obtener un rendimiento del equilibrismo internacional, ejerciendo como árbitros de las luchas entre distintas potencias que nunca terminan de imponerse una sobre otra, sino que necesitan un mediador internacional.

¿Por qué se trata de posturas caducas?

Se trata de posturas caducas porque no tienen en cuenta un aspecto crucial en las relaciones internacionales, el cambio tecnológico. Es decir, una o varias nuevas forma de hacer en algunas facetas pueden romper los equilibrios o las posiciones dominantes con una velocidad desconocida hasta los últimos siglos.

Por ejemplo, más allá de que sea deseable o no, es evidente que el fracking ha originado un impacto rápido en los precios del petróleo y en los equilibrios geoestratégicos.

Las nuevas tecnologías militares, tanto de defensa como de ataque, tienen un potencial mucho mayor para cambiar las posiciones geoestratégicas de los países que el de las orientaciones hacia el predominio o hacia el equilibrio.

La paz entre las grandes potencias internacionales tras la II Guerra Mundial tiene un importante componente tecnológico. Lo visto, por ejemplo, en Yugoslavia es un perfecto ejemplo de que la guerra a gran escala, más allá de los ataques a posiciones estratégicas, es muy compleja. En su lugar, se podrían producir guerras muy largas, que se producen con grandes costes en vidas humanas y donde no acaba ganando ninguna de las partes.

La causa es evidentemente tecnológica, existen en la actualidad tecnologías muy poderosas de resistencia que propician guerras duraderas y cruentas, pero que también ahuyentan la guerra a gran escala.

En el mundo actual, se ha visto claramente como los países más capaces de incorporar con celeridad las nuevas formas de hacer que introduzcan mejoras son los que caminan hacia una mayor prosperidad y paz.

Además, el bienestar material propiciado por el crecimiento económico generado gracias a la actividad innovadora no solamente propicia una mejor posición internacional, sino un mayor grado de satisfacción en la población y una mayor paz interna.

Los países enquistados en variaciones sobre el mismo tema al desarrollar sus actividades son más vulnerables en todas las situaciones. Vivimos en un mundo regido por el cambio y la adaptación.

Por ejemplo, un país como Venezuela sufre por su posición en el mundo con independencia de que haya pasado por épocas de seguidor o por épocas de líder. Creo que la razón está en que, más allá del cambio político a lo largo de los años, su economía ha seguido un esquema semejante: formas diferentes de reparto clientelar de los beneficios directos e indirectos del petróleo. La capacidad de adaptación al cambio ha sido reducida y probablemente (ojalá me equivoque) lo siga siendo en el futuro, con independencia del devenir de su política interna.

China, a pesar de ser una dictadura feroz, ha demostrado al mundo que ha sido capaz de realizar un cambio en su economía, que le ha aportado estabilidad y pujanza interior y exterior. Otra cosa es la sostenibilidad de ese cambio en el futuro, es decir, saber si China será capaz de afrontar nuevos cambios, si se estanca, o si el «castillo de naipes» que supone toda apuesta de cambio se desmorona.

La posición de un país en el mundo ya no viene marcada por su predominio o seguimiento, ni por un complicado equilibrio de poder, sino por su capacidad para adaptarse a cambios tecnológicos.

Eso no quiere decir que el marco jurídico-político y militar no importe, ya que forman parte del marco en el que se desarrolla el cambio tecnológico, sino que han pasado a convertirse en un elemento más secundario que el propio cambio tecnológico.

Acerca de Gonzalo García Abad

Licenciado en Economía con amplio interés en la Fiscalidad, la Contabilidad, las Finanzas y el Derecho.
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