Una propuesta para Cataluña I: mi impresión sobre el descontento


Afortunadamente, de un grupo de políticos de las más diversas ideas, más preparados y conocedores de la realidad catalana que yo, será de quien dependa el futuro político de Cataluña. Pero, ya que pasan ustedes por aquí les daré mi opinión sobre lo que se debería hacer en Cataluña, que me parece que difiere (en unos casos más y en otros menos) de lo que defienden las diversas opciones políticas. En esta entrada me centraré en mi opinión sobre las razones por las que muchos catalanes están  descontentos. En otra entrada posterior me centraré en lo que yo propondría para la mejora de Cataluña y del conjunto de España.

Hay un grupo de personas que está sentimentalmente unido a la independencia de Cataluña. Con esas personas nada se puede hacer, más que velar por que puedan defender sus ideas con la más completa libertad, dentro del marco legal y democrático.

Pero hay un segundo grupo de personas que está descontenta con la situación material de Cataluña. En alguna medida tienen razones para el descontento y es legítimo que reflexionen sobre cómo salir de ese descontento con la realidad económica de Cataluña. No es algo tan raro, se trata de la reflexión sobre cómo mejorar. Estoy convencido de que la independencia de Cataluña no sería una solución para esas personas.

Mi impresión sobre el descontento

Cataluña es muy grande y diversa, pero es evidente que Barcelona y su región urbana son una parte muy importante de Cataluña, con una influencia que trasciende los límites de Cataluña para trasladarse al mundo entero.

Una ciudad tan grande como Barcelona tiene un reto en la prestación de servicios, el reto de la proximidad y la calidad de los servicios. El tamaño de la ciudad posibilita que se puedan establecer servicios con unos importantes costes fijos, que encuentran una demanda que pueda cubrirlos. Eso refuerza la calidad y variedad de los servicios que pueda ofrecer una gran ciudad.

Pero, en una región urbana tan grande como la de Barcelona, tener todos y cada uno de los servicios cerca es muy relativo. Pueden estar a no demasiados kilómetros; pero el desplazamiento puede suponer un tiempo, un  dinero, un esfuerzo en algunas ocasiones considerable.

Por eso los transportes son muy importantes en una ciudad grande. Un buen sistema de transportes acerca a los habitantes de la ciudad a su trabajo, a su hogar y a los más variados servicios y oportunidades en el menor tiempo, con el menor coste económico, con la mayor sencillez y con la mayor comodidad.

En ese sentido es inevitable que la comparación se establezca con Madrid, no con el pueblo más remoto de la selva. No existe un sistema de transportes perfecto, pero Madrid ha mejorado su metro, sus rondas de circunvalación por carretera, la red de intercambiadores, el ferrocarril de cercanías, su aeropuerto internacional, la extensión de las comunicaciones ferroviarias de alta velocidad, sus zonas peatonales.

No es que en Barcelona no hayan mejorado las comunicaciones, pero no como en Madrid, que es su elemento de comparación. A este respecto conviene hacer tres precisiones muy importantes.

  1. En primer lugar, que el coste de las mejoras de los sistemas de transporte hace que no toda mejora sea globalmente positiva. Cada actuación en transportes e infraestructuras de transporte tiene un coste y ese coste implica la renuncia a otras inversiones alternativas. Cuando se comienza a invertir no es complicado que las inversiones en infraestructura sean rentables, porque se ha renunciado a pocas inversiones alternativas y porque las primeras inversiones suelen ser las más rentables. Pero es posible, incluso muy probable, que Madrid con algún gasto menor en infraestructuras hubiese podido tener un sistema de transportes solamente un poco peor, pero unas inversiones alternativas muy rentables.
  2. En segundo lugar, no debemos olvidar que el conjunto de las obras han sido pagados por diversos niveles administrativos, no todo ha sido financiado con dinero del Estado central. La propia Comunidad de Madrid y los municipios han destinado muchos recursos a esa tarea de mejora de las comunicaciones, financiando una gran parte de esas inversiones.
  3. En tercer lugar, la mejora de las comunicaciones de Madrid tiene unos beneficios que trascienden a los habitantes de Madrid. Por poner un ejemplo, las mejoras en el aeropuerto de Barajas son claves para que una de las principales rutas aéreas de Europa y del mundo siga siendo la ruta Madrid-Barcelona. Eso proporciona ventajas a Barcelona, como las proporciona el establecimiento de una ruta ferroviaria de alta velocidad entre Madrid y Barcelona.Del mismo modo, es importante comprender que las inversiones en Cataluña tienen beneficios y costes en otros lugares.

En el otro extremo está la comparación con el mundo rural y con ciudades más pequeñas. Muchos de quienes hoy viven en Cataluña son originarios de lugares rurales o de pequeñas ciudades de otros puntos de España. Otros son una segunda o tercera generación con familia y amigos en esos lugares, a quienes visitan  y con quienes tienen contacto.

Es evidente que España entera ha dado un salto en la prestación de servicios en núcleos de población más pequeños. Hay muchos servicios que llegan a núcleos de población pequeños que antes no lo hacían. En las últimas décadas ha mejorado el abastecimiento de agua, las redes de alcantarillado, el saneamiento del agua, el pavimento, los sistemas de recogida de basuras, la limpieza y cuidado de parques y jardines, el alumbrado público, las redes de telefonía, las carreteras comarcales, los servicios médicos de atención primaria, los hospitales comarcales, los centros de enseñanza, el transporte escolar, el transporte público, los equipamientos para la práctica del deporte, los sistemas de atención a la dependencia y un sinfín de cosas más.

Muchos piensan que Barcelona ha mejorado mucho en los últimos años, como es lógico, pero que no en la proporción que lo han hecho sus lugares de origen, los de sus padres o sus abuelos. Que ni la vida en aquellos lugares es tan dura con el paso de las décadas, ni las oportunidades de trabajo y de vida en general son tan grandes como ellos hubiesen esperado en Cataluña.

Por decirlo de alguna manera, puede haber en algunas personas una impresión de que Barcelona, y Cataluña con ella, se está quedando, que no avanza con todas sus potencialidades. Pero, en realidad, eso lo piensan habitantes de otros muchísimos lugares sobre su zona particular. Es parte de un lógico interés por mejorar.

Hay una sensación de que algunos servicios públicos se masifican, pierden calidad y no saben atender a las nuevas demandas y necesidades. Querrían escuelas mejor dotadas tecnológicamente, hospitales menos masificados, un sistema más ágil y equitativo de ayuda la dependencia, etc.

Acerca de Gonzalo García Abad

Licenciado en Economía con amplio interés en la Fiscalidad, la Contabilidad, las Finanzas y el Derecho.
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