Una pregunta muy interesante en Economía es la de cuál sería la disposición a pagar de un individuo, es decir, cuánto sería lo máximo que podría estar dispuesto a pagar por una determinada cantidad de un determinado bien. La disposición a pagar se puede estudiar analizando la demanda del consumidor.
El problema al que se enfrenta un consumidor consiste en decidir las cantidades que va a consumir de los distintos bienes en función de su renta, de los precios de esos bienes y de otros factores como sus propias preferencias, por ejemplo. Es decir, dadas esas circunstancias tiene que decidir lo mejor para él. En función de ello, decidirá cual es la cantidad que le conviene consumir de cada uno de los bienes. Si nos centramos en un bien en concreto, podemos analizar cuál sería la demanda de ese bien en función de toda una serie de variables. A partir ahí, podemos hacer el ejercicio de considerar cuál sería la cantidad demandada de un determinado bien en función del precio de ese bien, considerando unos niveles fijos de todas las otras variables. Es lo que se conoce como una curva de demanda.
Pongamos un ejemplo. Consideremos la decisión de un individuo de comprar harina refinada de trigo. Dependerá de múltiples variables. Una de ellas será el precio de la propia harina refinada de trigo. Y además puede depender de la renta que tenga el individuo, del precio de otras harinas como la integral o la de maíz, del precio de otros bienes, etc. Consideremos que todas las variables menos el precio de la propia harina refinada de trigo toman un valor fijo. Para esos valores fijos de otras variables, habrá una relación entre la cantidad de harina refinada de trigo y el precio de esa harina. Imaginemos que esa relación se puede describir por la función siguiente:
x(p)=5/p
donde:
x es la cantidad que el individuo de nuestro ejemplo demandará de harina refinada de trigo, medida en kilogramos y
p es el precio de la harina refinada de trigo, medido en unidades monetarias por kilogramo.
Podemos trazar una curva de demanda para cada precio, por ejemplo desde 1 unidad monetaria hasta 10 unidades monetarias, tal como la de la figura 1.

Figura1. En esta figura vemos un ejemplo discreto de curva de demanda. Obsérvese que la cantidad demandada va en abscisas y el precio en ordenadas.
En el ejemplo de la figura 1, se toman valores discretos. Imaginemos que el precio de la harina de trigo puede tomar cualquier valor real positivo y no unos concretos, como 1, 2, 3, 4 ó 5. Del mismo modo, las cantidades de harina también pueden tomar cualquier valor real positivo. Así podemos considerar qué pasaría si, por ejemplo, el precio fuese 5,49268. Podemos ver el ejemplo en la figura 2.

Figura 2. Ejemplo de una curva de demanda continua. Obsérvese que, como en la figura 1, los precios están en ordenadas y las cantidades en abscisas.
La curva de demanda puede ser vista de manera diferente. Nos representa, para cada cantidad demandada, cuánto está dispuesto a pagar (en unidades monetarias por kilogramo) el consumidor por obtener una cantidad adicional de harina refinada de trigo. En ese sentido se habla de disposición marginal a pagar, porque hablamos de lo que estaría dispuesto a pagar el consumidor, no por consumir hasta esa cantidad de harina, sino por incrementar mínimamente su consumo, dada la cantidad de harina que consume. Es decir que si, por ejemplo, el consumidor de nuestro ejemplo consume la cantidad de 10 kilogramos de harina y le ofrecemos una cantidad infinitamente pequeña de harina, lo máximo que estará dispuesto a pagarnos por esa cantidad serán 0,5 unidades monetarias por kilogramo. A ese precio se le denomina precio de reserva. Ese precio de reserva es un precio máximo que está dispuesto a pagar, no el precio que acabará pagando. Si el precio que existe en el mercado es superior a ese precio de reserva, el consumidor de nuestro ejemplo no admitirá intercambiar su dinero por cantidades adicionales del bien. En ese caso, reducirá la cantidad que consume del bien hasta que la última unidad que consume del bien tenga un precio de reserva igual al precio del mercado. Por el contrario, si el precio que hay en el mercado es inferior al precio de reserva, le tendrá cuenta intercambiar su dinero por unidades adicionales del bien. ¿Hasta cuándo? Hasta consumir una cantidad de harina tal que el precio de reserva que tenga nuestro consumidor para esa cantidad de harina sea igual al precio del mercado. Téngase en cuenta que la relación entre precios y cantidades a lo largo de una curva de demanda es inversa, es decir, a mayor precio menor es la cantidad demandada. Lo mismo sucede si lo vemos desde el punto de vista de la disposición a pagar. Las unidades por las que más se está dispuesto a pagar son las primeras unidades. A medida que nuestro consumidor vaya consumiendo más cantidad de harina, estará dispuesto a pagar menos por ampliar su consumo. Cuando llega al punto de que la ultima cantidad que consume de harina la valora igual que el precio que se pide por ella en el mercado, habrá obtenido un excedente por todas las cantidades anteriores de harina. Es decir, habrá intercambiado dinero por algo que valoraba más.
¿Qué puede hacer variar la disposición a pagar? Todo lo que afecte a la curva de demanda, en la medida en que la disposición a pagar es otra forma de ver la curva de demanda. Hay factores que pueden hacer moverse a la curva de demanda. Esos factores son los que influyen en la disposición a pagar. Así, por ejemplo, si aumenta el precio de un bien sustitutivo, como la harina de maíz, el consumidor estará dispuesto a pagar más por consumir harina de trigo. Una variación en su renta también puede producir cambios en su disposición a pagar por la harina de trigo. Incluso un cambio en sus preferencias puede ocasionar que esté dispuesto a pagar más o menos por la harina. Imaginemos que por ejemplo, de repente, se aficiona a hacer pasteles. Estará dispuesto a pagar más por la misma cantidad de harina que antes. Y esos cambios que describimos sucederán para cualquier cantidad de harina que consideremos.