La tendencia al crecmiento del gasto público sanitario (III): la alta elasticidad renta


El gasto sanitario (tanto el gasto sanitario público como el privado) tiene una tendencia al crecimiento a medida que se incrementa el PIB per cápita.  Y además, crece más que proporcionalmente con la renta. De este modo, el porcentaje del PIB destinado a gasto sanitario crece a medida que los países van teniendo mayor renta per cápita.

El grafico 1 es muy expresivo de cómo los países con mayor nivel de renta incrementan el porcentaje del PIB destinado a gasto sanitario.

Gasto sanitario como porcentaje del PIB en países de la OCDE

Gráfico 1. Porcentaje del PIB destinado en 2012 a gasto sanitario (público y privado) en países de la OCDE

 En el gráfico 1 observamos que, en general, los países con mayor nivel de renta tienen mayor porcentaje de gasto sanitario. Lógicamente este porcentaje no solamente depende de la renta per cápita. Por ejemplo, llama la atención que el país con más renta per cápita, como es Luxemburgo, sea uno de los países que menos porcentaje de su PIB destina a gasto sanitario. En este caso hablamos de un país de pequeña extensión y que se ha convertido en un gran importador de servicios sanitarios. Determinados servicios sanitarios requieren de una cierta población para poder prestarlos y es lógico que en países pequeños acudan a otros países cercanos.

Uno de los factores más importantes en esta tendencia es el de la elasticidad renta de la demanda. En este sentido, para los rangos de nivel de renta que se dan en los países de la OCDE en la actualidad, la sanidad se puede considerar como un bien de lujo. ¿Qué quiere decir esa expresión de que, para estos niveles de renta, «la sanidad es un bien de lujo»? Como explico aquí  son llamados bienes de lujo aquéllos que tienen una elasticidad renta de la demanda superior a uno, es decir, aquellos cuyo consumo crece más que proporcionalmente con la renta. Eso supone que, ante un crecimiento de la renta, se destina un porcentaje elevado de ese incremento al consumo de esos bienes. Por ejemplo, imaginemos que una persona tiene una renta de 100 unidades monetarias y destina a sanidad 5, es decir, un 5%. Ahora, imaginemos que, al cabo de un tiempo, se produce un incremento  en su renta de 50 unidades monetarias más. De esas 50 unidades monetarias destina 10 a sanidad (el 20% del incremento de su renta). Eso incrementará el gasto que dedica a sanidad hasta 15 unidades monetarias, elevando el porcentaje que dedica a sanidad hasta el 10%.

Se puede decir que un país desarrollado lo es cuando alcanza un determinado nivel de cobertura de determinados bienes y servicios entre la población que son incluso más necesarios que la sanidad. Entre ellos podemos encontrar la alimentación, la posibilidad de disponer de agua corriente potable, el acceso a fuentes de energía, la ropa, el calzado, la vivienda, la gestión de residuos, la seguridad o las conexiones de transporte con el entorno más cercano. La sanidad persigue incrementar la esperanza de vida y la calidad de vida, pero no solamente la salud pone en riesgo nuestra supervivencia. Si no tenemos para comer, no podemos beber, sufrimos un crimen violento, no tenemos donde cobijarnos, no disponemos de fuentes de energía con las que poder trabajar o calentarnos, no nos podemos mover del lugar donde estamos, vamos descalzos y desnudos o vivimos rodeados de basura; entonces podemos poner nuestra vida más en riesgo que si no vamos al médico. El ser humano lo primero que procura es cubrir esas necesidades. A medida que las va cubriendo van surgiendo otras posibilidades de consumo. Las primeras unidades de su renta destinadas a la satisfacción de esas necesidades son las que cubren lo más esencial. Por ejemplo, primero se busca agua satisfaciendo las necesidades a través de pozos y fuentes, después se busca que llegue agua corriente; primero es la disponibilidad, luego se busca un determinado nivel de calidad.

Los países de la OCDE normalmente han alcanzado unos niveles mínimos de prestación de este tipo de bienes y servicios. El gasto sanitario es una de las prioridades para destinar el incremento de renta producido por la tendencia al crecimiento económico. Compite con otros gastos como el gasto en educación, la mejora del nivel de prestaciones en esas necesidades básicas y cualquier otro gasto que se va abriendo camino a medida que se va teniendo más renta. Pero está claro que la sanidad ocupa un lugar destacado en cuanto al destino de los incrementos de la renta.

Y la proporción de gasto público sanitario con respecto al PIB tiende a crecer. A medida que las necesidades más básicas van siendo cubiertas para un mayor porcentaje de la población, una de las principales manifestaciones más importantes de la desigualdad es la que se relaciona con la sanidad. Para evitarlo, el Estado destina importantes cantidades de dinero público al gasto en sanidad que garanticen un nivel mínimo de prestaciones. Pero, además, existen razones de eficiencia por las cuales el Estado gasta en sanidad. Entre ellas destaca que el gasto en sanidad, si consigue transformarse en una mejor salud, es una inversión en capital humano, ya que los trabajadores más sanos son más productivos. Por otro lado, la salud pública es muy importante en ámbitos como la lucha contra las enfermedades contagiosas.

Acerca de Gonzalo García Abad

Licenciado en Economía con amplio interés en la Fiscalidad, la Contabilidad, las Finanzas y el Derecho.
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