Si nos preguntamos qué sucede con la demanda de un determinado bien cuando aumenta su precio, la respuesta que se nos viene rápidamente a la cabeza es que disminuirá su demanda, que la demanda camina en el sentido contrario al precio; la demanda sube cuando baja el precio y la demanda baja cuando sube el precio.Eso es lo normal, pero los bienes Giffen serían un caso extremo en el que sucede lo contrario, la cantidad demandada varía en el mismo sentido que el precio, de modo que aumenta su demanda cuando aumenta su precio. Veamos por qué.
En otra entrada escribía sobre el efecto renta y del efecto sustitución. Decía que al variar el precio de un bien no sólo se produce un abaratamiento o encarecimiento relativo de ese bien frente a a otros, sino también un cambio en las posibilidades de elección del individuo, en la renta del individuo. Un encarecimiento de un bien disminuye la renta del consumidor, del mismo modo que un abaratamiento aumenta su renta. Pues bien, existen bienes en los que al aumentar la renta disminuye su consumo y al disminuir la renta aumenta su consumo. Esos bienes son denominados inferiores, son bienes que no queremos consumir pero que consumimos porque no tenemos renta suficiente para consumir otras cosas. En este tipo de bienes, los dos efectos de los que hablamos (el efecto renta y el efecto sustitución) se contraponen, de forma que ante una bajada del precio la demanda crece menos de lo que crecería en un bien normal y ante un aumento del precio la demanda disminuye menos que lo que lo haría en un bien normal. Todos los bienes Giffen son bienes inferiores, pero no todos los bienes inferiores son bienes Giffen. Podríamos decir que para que un bien inferior sea un bien Giffen ha de ser inferior, pero mucho. ¿Cuánto? Lo suficiente como para que el efecto renta sea superior al efecto sustitución. Ello quiere decir que debe influir más la alteración que produce el cambio en las posibilidades que son accesibles que el cambio en el precio del bien en relación a los demás.
Como ejemplo de bien Giffen se suelen poner los alimentos más baratos que sostienen la alimentación de las familias más pobres, que pasan auténticas dificultades para tener algo que llevarse a la boca. Imaginemos que comen a diario un determinado alimento que resulta muy barato y que algunos días festivos comen un alimento un poco más caro, con el fin de variar un poco y diferenciar ese día festivo. ¿Qué sucedería con esa familia si aumenta el precio del alimento más barato, que es el que comen prácticamente siempre? Sucedería que, dado que ese alimento pesa mucho en su presupuesto, un aumento del precio del alimento más barato disminuiría enormemente sus posibilidades de elección. Lo más probable es que renuncien a comer otra cosa los festivos, porque no tienen presupuesto para ello, y en su lugar consuman una cantidad algo mayor del bien que constituye la base de su alimentación. De este modo, ante un aumento del precio, ha llegado un aumento de la demanda del alimento que constituye su comida habitual para esa familia, ese alimento sería un bien Giffen.
Es importante señalar que los bienes no son Giffen en sí mismos, sino para cada individuo en particular, depende de lo que haría cada individuo, y depende de sus circunstancias particulares, como el nivel de renta.
Es difícil encontrar casos así en la realidad. Un caso semejante al de los bienes Giffen, aunque diferente, es el de las personas que deciden dedicar más tiempo al ocio cuando aumenta su salario. Veamos sus semejanzas y diferencias. Supongamos que un individuo tiene que elegir el número de horas que trabaja con el fin de obtener la mayor satisfacción. Tiene que elegir entre dos bienes: renta, que proviene de su trabajo, y ocio, el tiempo que no dedica a trabajar. Trabajará mientras el salario, el valor del tiempo de trabajo, sea mayor al que concede a su tiempo de ocio. ¿Hasta cuándo? Hasta que el valor que concede a su tiempo de ocio sea igual al que concede al trabajo, el salario. Por lo tanto, el salario sería para él, el precio del ocio. Es una simplificación, pero nos permite aproximar el salario como precio del ocio. Algunos individuos, si pueden elegir el tiempo que dedican a trabajar, podrían trabajar menos si se les sube el salario, es decir, dedicarían más tiempo al ocio a medida que aumenta su precio, como en el caso de los bienes Giffen. Sin embargo, es importante señalar que, a diferencia de lo que sucede con los bienes Giffen, un aumento del salario (que sería el precio del ocio), en lugar de restringir las opciones que son accesibles al individuo, las amplía, ya que incrementa su renta. Es decir, ante un aumento del precio del ocio, es decir un aumento del salario, el individuo puede decidir simultáneamente disfrutar de más renta y más ocio que antes. Mientras, en el caso de los bienes Giffen, un aumento del precio del bien Giffen reduce las posibilidades de elección, ya no puede elegir consumir lo mismo que antes, porque el presupuesto no le da para ello y tiene que elegir dónde realizar el sacrificio.
Otro caso muy diferente al de los bienes Giffen que guarda una paradójica semejanza es el de determinados bienes de ostentación. En estos bienes la demanda puede aumentar cuando aumenta su precio. Eso surge porque algunas personas ven satisfacción en el deseo superficial de tener lo más caro, lo exclusivo, aquello que no pueda tener el vecino. De este modo, cosas que jamás comprarían si fuesen baratas, se convierten en el objeto de sus deseos si aumentan de precio. Este comportamiento hace que aumente la demanda a medida que aumenta el precio, como sucede en el caso de los bienes Giffen. Pero la razón es completamente diferente. Los bienes Giffen han de ser bienes inferiores, y por lo tanto se consumen cuando la renta es muy baja. Por el contrario, los bienes que se utilizan para la ostentación no son bienes que se consuman ante situaciones de necesidad material. Son una irracionalidad desde el punto de vista de que se sale de cómo se supone que debe ser el comportamiento de los individuos, pero es de pensar que serán más propios de situaciones en las que haya mayor renta, que su consumo crezca más que proporcionalmente con la renta, o en términos de elasticidad renta de la demanda que su elasticidad renta sea elevada (aquí una explicación de la elasticidad renta y las demás elasticidades de la demanda). Diríamos en ese sentido que podríamos calificarlos como bienes de lujo. Por otro lado, lo que diferencia profundamente este caso es el comportamiento del efecto sustitución. Ese efecto no opera en los bienes de ostentación, sino más bien al contrario, se compran más por ser relativamente más caros que otros bienes, para hacer ostentación. En el caso de los bienes Giffen, el efecto sustitución existe, aunque no pueda contrarrestar totalmente el importante efecto renta.
A mi modo de ver, el principal interés que presentan los bienes Giffen no es tanto saber de su existencia, lo que varía según personas y circunstancias, sino más bien que enfatizan la existencia de un efecto renta, que en el caso de los bienes inferiores, aquellos que se consumen por necesidad pero que ante aumentos de la renta su consumo disminuye, se opone al efecto sustitución y que, al menos teóricamente, podría ser posible que contrarrestase totalmente el efecto sustitución.